El primer reporte de osteoplastia abierta del cuello femoral fue realizado por el Dr. Whitmanen 1909 cuando realizó este tipo de cirugía en 1 de 11 pacientes con coxa vara (1).
Unos años después en 1913 Vulpius y Stöffel hacen una breve referencia sobre un procedimiento de osteoplastia a nivel del cuello femoral (2). “En Febrero de 1935, un paciente de 55 años con marcado dolor en la cadera fue admitido en el pabellón de Ortopedia del Massachusetts General Hospital con diagnóstico de protrusio acetabular bilateral. En ese momento el Dr. Smith Petersen planteó el concepto de pinzamiento entre dos superficies sensibles como la causa del dolor y pensó que el problema podía ser solucionado con una plastia en el acetábulo y/o en el cuello femoral. Consideró que realizar en este paciente una plastia a nivel del cuello femoral no era posible ya que tendría que sacrificar una porción importante del cuello por lo tanto decidió remover la porción anterosuperior del anillo acetabular. Además, consideró importante remover una parte de la cápsula anterior ya que con esto removería tejido inervado que para él, contribuía al síntoma de dolor.
Enfatizó la importancia de revisar el arco de movimiento intraoperatoriamente asegurando la corrección del pinzamiento y recomendó que se debía ser cuidadoso en no resecar mucho hueso del aspecto superior del acetábulo para evitar el desplazamiento anterior de la cabeza femoral” (3, 4).
Realizó el procedimiento en 11 pacientes y según su reporte a todos les fue muy bien. “La mejoría del dolor fue dramática y la recuperación de movilidad fue importante pero no marcada” (3). Los Drs. Heyman, Herndon y Strong en 1957 reportaron 20 pacientes, 21 caderas con pinzamiento secundario a deslizamiento epifisario de la cabeza femoral, a quienes les practicaron una plastia del cuello en vez de una osteología del fémur. La primera cirugía de este grupo fue realizada en el mismo año que la del Dr. Petersen en 1935, la segunda en 1942. Al momento del reporte en 1957, 14 de los 20 pacientes tenían un seguimiento entre 2 y 14 años y aunque todos según la descripción estaban funcionando bien, los autores hacen la siguiente advertencia:
“Un verdadero resultado para este tipo de procedimientos no se puede dar si no hasta que las caderas sometidas a este tratamiento de conservación no sufran las cargas y estreses de muchos años de una vida físicamente activa” (5).